No
es erróneo creer que muchas de las conversaciones que se plantean en los
círculos de amigos están relacionadas a algunos acontecimientos sobresalientes
de la televisión, radio, redes sociales u otro medio que se considere de
comunicación. Los medios generan información y dicen de qué se debe hablar,
cómo y cuándo. Además de ser transmisores de información también lo son de
estereotipos que encasillan a las personas. Específicamente hablamos de los
estereotipos en cuanto a los sexos: femineidad y masculinidad. No es inocente
la diferenciación que se hace entre hombre y mujer en los programas, novelas en
el lenguaje que se emplea para uno y para otro, es necesario poder revisar lo
que se consume porque todo aquello se va instalando en nuestro cerebro y después
es ejecutado en menor o mayor medida.
Primero
hay que plantear que se considera estereotipo a una “imagen estructurada y aceptada por la mayoría de las
personas como representativa de un determinado colectivo. Esta imagen se forma
a partir de una concepción estática sobre las características generalizadas de
los miembros de esa comunidad”(RAE).
A
lo largo de la historia se ha considerado a la “mujer” como el sexo débil y
debido a esto ha sido el blanco fácil de todo tipo de abusos. A medida que la
historia avanzó la mujer comenzó una lucha en defensa propia que continúa hasta
estos días, aun así hay muchas instituciones que se han encargado de mantener la
ideología de la mujer como el sexo débil. Los medios de comunicación entran
dentro de estas instituciones. Tan solo un pantallazo de lo que sucede con las
mujeres y la exposición de su cuerpo en los medios nos muestra que se sigue
observando a la mujer como objeto de muestra, como un trofeo. El lenguaje
sexista coloca en un plano inferior la condición de ser mujer; el estereotipo
de la mujer “modelo o tipo”como ama de casa sumisa, amable, madre de hijos,
callada, soportadora de cualquier situación ha sido retransmitido y arraigado
tanto en la sociedad en la que vivimos que cuesta mucho cuestionarla. Para
estar en televisión una mujer debe cumplir ciertas características “impuestas
por la sociedad” y ser: “delgada, voluptuosa, no pensante, risueña” modelo que
luego intenta ser imitado por el resto de las mujeres que forman parte de la
sociedad.Estos modelos de ser mujer impuestos no solo generan desigualdades
entre las mismas que cumplen con los parámetros establecidos sino que también
reafirman condiciones que social e históricamente se intenta destituir.
Pensar,
analizar y reflexionar en lo que los medios de comunicación nos muestran es
trabajo de cada uno. Como seres pensantes no hay que dejar que los medios nos
dejen como meros consumidores y espectadores de las situaciones que se viven.
Al
abordar el tema de la violencia que se ejerce en contra de la mujer no hay que
dejar de lado el papel que juegan los medios de comunicación como transmisores
de ideologías que siempre benefician a un sector de la sociedad. Hay que
quitarse la venda de los ojos y dejar de mirar, oír con inocencia lo que se nos
transmite. Si no hacemos nada nos convertimos en cómplices de la violencia que
se perpetua por nuestra inacción
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